Una mejor vida sexual

Compartir experiencias sexuales con personas de confianza no solo resulta una buena terapia, sino una puerta de posibilidades para conocer más de tus gustos.

Texto: Paola Aguilar (educadora sexual y embajadora de JOYclub, comunidad de sexualidad libre)

 

 

Vivimos en un mundo hipersexualizado y, sin embargo, seguimos teniendo miedo a hablar honesta y abiertamente de nuestra vida sexual. Es normal, nos han enseñado que podemos hacer chistes y albures, pero no a hablar de nuestros miedos en el sexo, nos incitan a compartir con quienes queremos coger, pero no lo que nos preocupa de ese posible encuentro, presumir nuestras buenas cogidas y esconder las decepcionantes, exponer nuestros kinks, siempre y cuando estén dentro de la norma. Todo eso es demasiado íntimo y, según la sociedad, debe mantenerse en lo privado, pero cada día más personas desafían esa idea: hablando de estos temas con sus grupos de amistades, parejas, ligues y hasta en Internet. 

Estas son cuatro razones por las cuales hablar abiertamente de nuestra vida sexual puede ayudarnos a disfrutarla aún más:

Socializarlo nos ayuda a entendernos mejor

Verbalizar lo que nos gusta y describirlo a detalle es una forma de desmenuzar nuestro deseo. Al momento de contarle a alguien más de un momento que nos prendió, podemos identificar qué variables hicieron de esa experiencia algo tan placentero. Lo mismo ocurre con algo que nos apagó: ¿qué fue lo que hizo que dejara de prenderme esta persona? ¿Nos excita mucho el sexo impersonal? ¿Preferimos coger con alguien a quien ya conocemos de hace tiempo? ¿Rudo o suave o ambos? No solo es un buen chisme, también es autoconocimiento.

 

 

Podemos tomar ideas prestadas

Al platicarle a otras personas sobre nuestra vida sexual también creamos una especie de pacto de confianza en donde nos pueden compartir sobre sus experiencias y, en ese intercambio, surge la creatividad. Quizás algo que nos cuentan nos da curiosidad y lo probamos después, tal vez nos ayudan a ponerle nombre a una práctica o kink que no sabíamos que más gente disfrutaba, o sentimos menos vergüenza de saber que lo que nos gusta no es en realidad tan extraño. Prácticas que hoy nos parecen comunes, como el sexo oral, eran aún más tabú hace unos años, y han dejado de serlo gracias a quienes las han incluido en el discurso público.

 

 

Nos ayuda a identificar situaciones violentas o desagradables

Imagina que tuviste sexo y después tienes una sensación displacentera que no sabes cómo nombrar, tal vez la otra persona se burló de ti, no te tomó en cuenta o incluso sufriste alguna agresión. En ocasiones, confiar esas historias en alguien cercano que valide lo que sentiste puede permitirte procesarlo de una forma más sanadora. No tienes por qué esconder tus vivencias en nombre de la prudencia, sobre todo si hacerlo podría aliviarte un poco el camino.

 

 

¡Simplemente porque es divertido!

Claro, hay que saber leer si estamos en un momento adecuado y con las personas indicadas, pero encontrar espacios para profundizar en nuestros encuentros, nuestra orientación, lo que nos provoca curiosidad, lo que deseamos y lo que no, es una gran manera de conocer más a otras personas. Si es una posibilidad que te intimida, puedes empezar compartiendo de forma anónima en foros o plataformas en Internet. Si habláramos sobre esto antes de tener sexo en una primera cita, las probabilidades de tener una mejor experiencia aumentan, tenemos más información para intuir si somos compatibles o de plano no, y hasta podríamos proponer actividades más específicas tomando en cuenta los deseos que cada quien trae a la mesa.