Las mujeres no monógamas

Hay algunas ideas que se están esclareciendo gracias a la libertad que las mujeres exigen en torno a su sexualidad. Sin embargo, aún hay camino por andar.

 

Texto por Paola Aguilar, educadora sexual y embajadora de JOYclub, comunidad de sexualidad libre.

 

Cada día más libres

 

Cada vez hay más mujeres explorando alguna forma de no monogamia. Desde el estilo de vida swinger, las relaciones abiertas y el poliamor, las mujeres estamos cuestionando los límites impuestos sobre nuestro placer y sexualidad, y ese es un motivo de celebración.

 

Al apostarle a un camino de mayor libertad, nos enfrentamos a juicios, discriminaciones y retos: a muchas personas les incomoda ver a mujeres y personas disidentes saliéndose del molde. A continuación te presentamos algunas de las creencias a las que nos enfrentamos.

 

“Seguro su pareja la presionó para abrir la relación y solo lo hace por él.”

 

Cuando vemos a una mujer en una relación no monógama, especialmente si tiene una pareja hombre, es común pensar que quien tuvo la iniciativa fue él. Incluso que ella está ahí a la fuerza y realmente no lo disfruta.

 

Y aunque esas dinámicas de coerción existen en algunas relaciones hay muchísimas mujeres que eligen la no monogamia de forma entusiasta, en ocasiones siendo ellas quienes proponen abrir la relación. Este mito parte de la idea de que las mujeres en realidad solo disfrutan del sexo en un contexto romántico, con una pareja exclusiva. Por eso es común que cuando sabemos de una mujer que participa en un trío con un hombre y otra mujer imaginamos que la experiencia está centrada en él, desde una mirada masculina en donde ambas están a su servicio, lo que excluye que pueda existir deseo y placer también entre ellas.

 

“Le están haciendo daño a sus hijos.”

 

Si la mujer en cuestión, además es madre, ¡los juicios se duplican!, porque seguro si está haciendo esas cosas perversas, como lo es tener sexo fuera de su relación, está descuidando la crianza de sus hijos e hijas. Resulta curioso que si el hobby fuera otro, como estar en un club de manualidades, nadie diría que está gestionando equivocadamente su tiempo.

 

Es perfectamente posible equilibrar un estilo de vida no monógamo con un rol de crianza, las parejas swingers son un gran ejemplo de ello. Tener una cita es una actividad, como cualquier otra, que se realiza en el tiempo libre. Además, este prejuicio parte de un supuesto moral: que la sexualidad libre en la mujer es un rasgo inherentemente malo y va a terminar por hacer daño a la familia.

 

Ni la monogamia garantiza una crianza sana, ni la no monogamia, por sí misma, provoca un daño psicológico en las infancias. Contrario a lo que se piensa, una posible consecuencia de que una madre tenga una vida sexual y afectiva plena es que tenga más energía y motivación para estar presente en la crianza de sus hijos e hijas.

 

“Una mujer promiscua es peor que un hombre promiscuo.”

 

El sexo fuera de la pareja siempre ha existido, especialmente por parte de los hombres, a escondidas y sin el consentimiento de sus parejas. Ahora que las mujeres estamos poniendo en tela de juicio las dinámicas de la infidelidad para intentar relacionarnos de formas más honestas, libres y responsables, se nos percibe como “zorras”, “egoístas”, “irresponsables” y más adjetivos negativos.

 

A pesar de que las relaciones no exclusivas son mal vistas por la sociedad en general, el estigma es más duro con las mujeres porque existe un doble estándar que dicta que los hombres deben enorgullecerse de tener una vida sexual activa con varias personas, mientras que las mujeres deben sentir vergüenza si se vive también con esa libertad.

 

Si aunado a esto, la mujer habla abiertamente de su no monogamia, por ejemplo, haciéndolo público en Internet o buscando encuentros activamente en apps de ligue, no es raro que lleguen las frases como “nadie la va a tomar en serio” o “seguro tiene una ITS”.

 

“Si estás en una relación abierta entonces tienes que querer conmigo.”

 

Ser una mujer en una relación abierta no es sinónimo de ninfomanía ni de no tener límites. No quiere decir que ella quiera tener sexo con todas las personas que se le pongan enfrente. Tampoco es una invitación para recibir fotos de penes no solicitadas, ni para ser atosigada con propuestas insistentes u otras manifestaciones de acoso. Una parte esencial de la liberación sexual es que las personas, incluidas las mujeres, puedan decidir de manera libre con quién, cómo y cuándo tienen sexo y que sus “no” sean respetados.

 

Las comunidades no monógamas han trabajado mucho en hacer del consentimiento y la comunicación asertiva una práctica indispensable.